Hace unos años, los CDP (Customer Data Platforms) llegaron a nuestras vidas como la promesa mesiánica de resolver todos los males del marketing y la publicidad digital. Era la piedra filosofal que transformaría el plomo de datos dispersos en oro puro de Customer Intelligence.
En las juntas directivas se escuchaba: “¡Hay que tener una CDP ya!”. Y como si fuera un Tamagotchi de los 90, todo el mundo quería uno. Lo malo: igual que al Tamagotchi, a los pocos meses dejaron de prestarle atención. Y el bicho se murió.
El problema de fondo: un CDP no es magia
Voy a ser claro: un CDP es un contenedor, no una poción mágica. Si no le das buenos datos, procesos claros, y una estrategia de activación, lo único que vas a conseguir es… un contenedor vacío muy caro.
En muchas empresas (tranquilos no voy a decir nombres 😈), la implantación típica ha seguido este guión:
Se compra el CDP tras 7 demos épicas y un PowerPoint con unicornios.
Se nombra un equipo responsable... y se le deja solo.
Los datos entran (mal, tarde y sin gobernar).
Nadie activa nada.
Se cierra el proyecto en silencio culpando al "vendor".
Resultado: otra herramienta más abandonada en el cementerio MadTech junto a DMPs, CRMs y RFPs fallidos.
¿Por qué pasa esto?
Falta de estrategia: La CDP es una herramienta, no una estrategia.
Problemas de ownership: ¿Quién lidera: IT, marketing, data, legal? Todos y ninguno.
Data chaos: Si tus fuentes de datos son un caos, el CDP será un caos premium.
Desconexión negocio-tecnología: Se implantan funcionalidades sin pensar en casos de uso reales.
La analogía definitiva: el CDP como un gimnasio
Tener una CDP es como pagar la cuota del gimnasio más exclusivo de tu ciudad:
Puedes comprar la mejor máquina de remo (el CDP).
Pero si no la usas, no sirve de nada.
Y si la usas mal, te lesionas (activaciones sin governance).
Solo funciona si creas hábito y disciplina.
Mi reflexión (semi seria)
Si vas a entrar en un proyecto CDP:
Define casos de uso claros antes de empezar.
Crea un equipo híbrido negocio-data-tech.
No esperes resultados en 3 meses. Es una maratón, no un sprint.
Prioriza calidad de datos antes que cantidad.
Crea procesos de activación continuos. Sin acción, los datos son solo coste.
Y sobre todo: trátalo como un Tamagotchi. Aliméntalo, cuídalo y no lo abandones en un cajón cuando pase la moda.